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Por qué importa tanto la nueva lucha dentro de MAGA

El presidente Trump y sus partidarios encuentran comunidad regocijándose en el sufrimiento de aquellos a los que odian y temen.

Los estadounidenses solían entusiasmarse con la idea del progreso. Si hubieras asistido a alguna de las Ferias Mundiales que se organizaron a lo largo de los siglos XIX y XX en ciudades como Filadelfia, San Luis, Chicago y Nueva York, habrías visto grandes festivales que celebraban las maravillas del futuro. Si hubieras ido a Disneyworld, habrías podido visitar Tomorrowland y el Carrusel del Progreso.

Pero poco a poco los intelectuales y luego mucha otra gente perdieron la fe en el progreso, en la idea de que el crecimiento, la tecnología y la innovación harían que el futuro fuera mejor que el pasado. En 2011, Virginia Postrel publicó un libro titulado «El futuro y sus enemigos», en el que sostiene que la verdadera división en política no es izquierda contra derecha, sino dinamistas contra inmovilistas. Los dinamistas creen en el cambio abierto. Los inmovilistas están en modo protector. No tenemos que precipitarnos hacia el futuro, dicen; tenemos que ocuparnos de lo nuestro.

Este conflicto sacude ahora al Partido Republicano. Elon Musk y Vivek Ramaswamy son dinamistas. Quieren acoger a inmigrantes con talento en la economía estadounidense por la misma razón por la que los Mets de Nueva York se gastan más de 700 millones de dólares en fichar a Juan Soto. Podrían formar un equipo con jugadores nacidos en el país, pero no podrían competir con los mejores del mundo.

Esto ha provocado aullidos de indignación entre quienes quieren restringir la inmigración, incluidos los partidarios de cancelar el programa de visados H-1B para inmigrantes cualificados. Deberíamos emplear a estadounidenses en estos trabajos, responden los de la derecha de MAGA. El cacareado progreso tecnológico que los dinamistas adoran ha destrozado las comunidades estadounidenses.

No se trata de una disputa puntual. Este es el tipo de tensión central que se produce en tu partido cuando haces lo que Trump ha hecho: tomar un partido dinámico, capitalista de libre mercado e infundirle una filosofía protectora, retrógrada y reaccionaria. Vamos a ver este tipo de disputa también cuando se trate de regulación económica, comercio, política tecnológica, política laboral, política de vivienda, etcétera.

Es normal que la gente como yo sienta desprecio por los reaccionarios. Estamos en una carrera épica con China por el futuro, por quién dominará la inteligencia artificial y otras tecnologías. Por supuesto que necesitamos atraer a los mejores talentos del mundo.

Pero los reaccionarios tienen razón. Uno de mis dichos psicológicos favoritos es que la vida es una serie de exploraciones audaces desde una base segura. Los reaccionarios tienen razón al señalar que las últimas décadas de cambios vertiginosos han destruido las bases seguras de muchas personas: familias estables, ciudades natales vibrantes, trayectorias profesionales plausibles para quienes no querían ir a la universidad, los valores estables que mantienen unidas a las comunidades.

No sé si el trumpismo se convertirá alguna vez en una fuerza de gobierno seria, pero si lo hace, su principal misión será resolver la tensión entre sus dinamistas y sus inmovilistas, es decir, dar a la gente normal la sensación de que se les cuida y se les ve, de modo que se sientan lo suficientemente seguros como para dar la bienvenida a toda la riqueza que los inmigrantes cualificados y el cambio tecnológico aportan a nuestras vidas.

A su manera, MAGA está teniendo ahora un interesante debate interno.

Escrito por David Brooks - Dic 27, 2024

Publicado originalmente en www.nytimes.com